martes, 8 de marzo de 2011

EL COLECTOR....



Ligeramente impúdico, como el beso núbil y febril de la vehemencia. Indómito ultraje de humor oscuro tan vetusto como la vida. Punitivo ante el pecado que confiesa, postrado ante el clamor de una certidumbre bañada cual siervo de su creador…así eres, así llegas, marcando el paso de rigurosa certeza.
Colector de almas. Extinto áurico, donde unos parpados se cierran, una boca se seca y todo es nada siendo nada el todo que engendra.
Dos pasos más allá, entre las paredes de un cuarto cubierto de soledad,  las babas se extienden por una faz que disuelve lo austero de dos ojos que queman.
Ni llama ni mecha…ni fragor de madrugadas ni noche serena, severamente una extraña coincidencia entre lo que ha sucedido y lo que  espera.
Mirar las heridas abiertas sobre una sabana recia que envuelve un  cuerpo muerto, saboreando las lágrimas y los mocos que cuelgan, sin decir una palabra…solo la mirada estupefacta, un algo perdida, al contemplar la escena.
Etimología de entrega, lo que ha nacido debe volver a la tierra, sin preguntar si quiera. O al polvo de los caminos…o a la espuma de la ola o sencillamente a ser una luz en las sombras.
Mientras los demás, sin ver la puerta de entrada, seguimos haciendo cola.

*Rocío Pérez Crespo*

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