Para Marisa.
Para qué rescatas mi alma de la
herrumbre y el desasosiego. Para qué tantas palabras, para qué tanto esfuerzo.
Déjame guardada como el vestido
de novia o, el último pétalo de la blanca rosa que adornó mi pecho; entre papel
de seda y un grato recuerdo. No alteres el paso del tiempo, ni le des cuerda al
reloj que se quedó parado en el minuto cero.
No cambies nada, que reine el
silencio…
Que la sonrisa permanezca yerta, que
los ojos no adviertan el pecado. Que todo sea inútil como un poema inacabado.
No rescates mi alma de aquella
primavera abolida por el atronador rayo, que penetró en la tierra, y quemó la raíz
que abastecía de vida mis venas y tu conciencia.
No hay cerezos, amor, no queda
trigo dorado, ni atardeceres templados
cristalizando el sueño.
Déjame descansar entre tu
abandono y mi olvido… Y así, abonico, encuentre el camino de vuelta a mi
pasado.
*Rocío Pérez Crespo*